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Por qué Defensa debe pensar más como una start up

Por Mark Fortugno 
Publicado: 25 de enero de 2023
TIEMPO DE LECTURA: 4 minutos
Este año nos ha enseñado que no podemos dormirnos en los laureles a la hora de financiar nuestros sectores de defensa: basta con echar un vistazo a la invasión de Ucrania para ver lo posibles que son las amenazas globales en cualquier costa. Aunque la economía globalizada tiene muchas ventajas, ahora sabemos que no significa que la armonía entre las naciones vaya a perdurar: no todo el mundo seguirá siempre las mismas reglas.

El gasto en defensa siempre ha sido en cierto modo un campo de batalla político -a pesar de que es bien sabido que los países sólo están tan protegidos como han pagado por estarlo- y la pandemia no ha hecho sino intensificar las complejidades que rodean las decisiones presupuestarias.

En un mundo pospandémico, los gobiernos se enfrentan ahora a una serie de retos nuevos y muy difíciles, entre ellos navegar por una incertidumbre económica sin precedentes, cambios geopolíticos profundamente preocupantes y confiar en electorados que sólo han vivido "los buenos tiempos". Será interesante ver cómo los gobiernos abordan la asignación de presupuestos en el contexto de estas complejidades en rápida evolución.

Y aunque los presupuestos han aumentado en todos los gobiernos de la OTAN (o al menos están destinados a ello), aún está por ver en qué medida estos gobiernos aumentarán realmente el gasto y qué significará esto en relación con el aumento de la inflación y la caída o el estancamiento del PIB.

Sin embargo, las buenas noticias apuntan a una mayor predisposición de los inversores a apostar por la defensa. El reciente anuncio por parte de la OTAN del lanzamiento de un fondo de 1.000 millones de euros para atraer financiación de capital riesgo ilustra este cambio de actitud de los inversores hacia la Defensa. El fondo, denominado "Acelerador de Innovación en Defensa para el Atlántico Norte", tiene como objetivo invertir 70 millones de euros anuales durante los próximos 15 años en empresas tecnológicas en fase inicial, aunque no estará operativo hasta 2023.

Tradicionalmente, los inversores se han mostrado reticentes a invertir en Defensa, y muchos de ellos han alegado en el pasado un conflicto con sus convicciones éticas. Independientemente de que su cambio de opinión se deba a que ahora consideran que Defensa es una buena inversión o a que se preocupan más por la seguridad nacional, hay que fomentarla.

Seguir invirtiendo en Defensa no sólo es vital para salvaguardar y aumentar nuestra capacidad soberana, sino que también es crucial para colmar las lagunas de cualificación que llevan tiempo lastrando la innovación.

Razones para involucrar a las mentes emprendedoras

Aunque la financiación es absolutamente fundamental para garantizar la seguridad de nuestro país y que el sector siga avanzando, si Defensa no cuenta con el ancho de banda o los socios adecuados para ofrecer las capacidades críticas necesarias para realizar el trabajo con eficacia, todo se viene abajo. Y a medida que avanza la tecnología, vemos cómo se va deshaciendo todo. 

Esto se debe en parte a los proveedores externos con los que Defensa se ha asociado habitualmente. Históricamente, Defensa se ha inclinado por contratar a multinacionales para la prestación de servicios críticos, pero es una estrategia que ahora les está fallando con mucha frecuencia. A medida que el mundo evoluciona con tanta rapidez, las multinacionales tienen más dificultades para seguir el ritmo de los cambios tecnológicos, la transformación digital y la demanda del mercado.

Si Defensa quiere tener éxito a la hora de conjurar posibles amenazas y proteger la seguridad de nuestro país, debe contemporizar su enfoque de externalización y ser más emprendedora a la hora de asociarse con la industria para lograr los resultados estratégicos de nuestra soberanía. 

Ofrecer más oportunidades a las PYME y a los socios no tradicionales para que presten sus servicios a Defensa es clave para impulsar la modernización, la innovación y las soluciones de vanguardia.

Al contratar a empresas ágiles que impulsan la evolución digital, es decir, start-ups y pymes, Defensa podrá cumplir sus objetivos estratégicos mucho más rápido. Las start-ups y pymes adecuadas -aquellas que tienen un conocimiento intrínseco de cómo funciona Defensa- están muy bien situadas para prestar de forma rápida y fiable los servicios críticos que Defensa necesita, sin comprometer la integridad de las operaciones o los protocolos. Y lo que es más, también pueden proporcionar a Defensa importantes vías de acceso al mundo empresarial y a los inversores.

Pero aunque Defensa habla mucho de innovación y espíritu emprendedor, no fomenta ni adopta sistemáticamente los comportamientos adecuados necesarios para impulsar este tipo de cultura. La reticencia a desafiar límites como los presupuestos y los permisos, junto con una excesiva comodidad con la antigua forma de hacer las cosas, ha cultivado una cultura de aceptación de que la verdadera transformación digital en Defensa "simplemente no se producirá".

No es ningún secreto que los talentos digitales más cualificados y dinámicos se sienten más atraídos por las PYME y las empresas emergentes bien financiadas que por las grandes empresas, más conscientes de su presupuesto. Y ni que decir tiene que las soluciones de software más vanguardistas serán desarrolladas por estos talentos y estas empresas.

A pesar de las ventajas evidentes de recurrir a las PYME y a las empresas emergentes para impulsar la innovación, los responsables de Defensa siguen teniendo miedo de contratarlas, por muy respaldadas y ricas en talento que estén, por temor a que, si algo saliera mal, su reputación se viera dañada. Por otro lado, las empresas primarias presentan mucho menos riesgo, a pesar de la escasa recompensa que aportan cuando se trata de innovación digital.

Barreras a la colaboración

Lamentablemente, las elevadas barreras a la contratación pueden obstaculizar la capacidad de las start-ups para prosperar. La naturaleza innovadora de las empresas de nueva creación significa que a menudo crean capacidades que aún no existen y, por tanto, en teoría, Defensa no tiene ningún requisito establecido para la tecnología. Sin una asociación, las start-ups asumen todo el riesgo financiero en muchos casos.

Aunque en teoría las normas de contratación son necesarias para garantizar que el dinero de los contribuyentes se utiliza adecuadamente, en la práctica obstaculizan enormemente el espíritu empresarial y no permiten a Defensa realizar avances en áreas necesarias y, a menudo, incurrir efectivamente en mayores costes y retrasos para mantener a nuestro país a salvo de amenazas reales como la ciberguerra.

No estoy sugiriendo que sea fácil para Defensa ajustar procesos fuertemente arraigados para aprovechar las oportunidades que ofrecen las start-ups y las PYME, pero es necesario en cualquier caso. Establecer un ecosistema de colaboración que considere viables y valiosas a las start-ups y las pymes exigirá un cambio de mentalidad en todo el sector.

Hasta que Defensa no practique la innovación que predica y adapte sus normas y su cultura para reflejar los tiempos inciertos en los que vivimos, el progreso seguirá viéndose obstaculizado y seguiremos siendo vulnerables a las amenazas exteriores. La única forma que tenemos de competir con el resto del mundo es si nos tomamos en serio la colaboración con las mejores mentes emprendedoras.

Publicado por primera vez en Defence Connect

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